Esta mañana voy a dedicar el blog para desahogarme, y diréis: ¿Por qué aquí?
Muy sencillo, porque las redes sociales como Facebook, Twitter y de más solo
sirven de pantalla para ocultar lo que de verdad somos o sentimos. En mi caso,
lo uso solo para protestar por algo importante y buenas noticas.
Hoy empiezo mi nuevo trabajo de camarera… Sí, periodista y trabajando de
camarera. No hay nada malo en ello, es solo que esperaba algo más tras cuatro
años de carrera y uno de Máster. En fin, no quiero ir con el mal rollo en el
cuerpo asique aquel que lea este post tendrá que soportarme un poquito más.
Hoy quiero hablar de las injusticias. Hay muchas en el mundo, día a día,
pero voy a hablar de las mías, de mi día a día. Empecemos por la semana pasada.
Llegué a casa y tenía una nota de un desconocido en el parabrisas que me
informaba de que el coche (X) había rayado el mío intentando aparcar y un
número de teléfono. Pensé que sería de la persona que me lo había rayado, pero no.
Cuál fue mi sorpresa al saber que había sido otro vecino quien lo había hecho y
este que lo vio desde su balcón mientras fumaba tuvo a bien echarle fotos al
coche y al sujeto además de dejarme la nota. Hasta ahí todo perfecto (dentro
del follón de tener levantada toda la pintura del para-golpes trasero de mi
coche. Trágicamente se quedó incrustado el morro del otro coche. En fin, para
no ser mala del todo (ya que tenía un testigo de mi parte) le dejé una nota en
el parabrisas de su coche que ignoró. Al día siguiente había cambiado el coche
de sitio - aunque seguía en la misma calle - y ni rastro de nota. Asique, con
toda mi buen fe volví a dejar otra. A esta sí contestó, alegando que no había
dejado nota porque el golpe no había sido nada, pero que no pasaba nada que
ella me daba sus datos y ya rellenaba yo el parte. Ya podéis imaginar la risa
que me dio. La denuncié a mi compañía de seguros para que ellos hiciesen su
parte, conté mi versión y les mandé las fotos de ambos coches alegando tener un
testigo.
Creí que ya lo arreglaban ellos pero le mejor vino cuando me la
encontré esa misma mañana limpiando mi coche. Pasándole un trapito al golpe
para que pareciese menos y entonces ella mandarle esa foto "trucada"
a su compañía. ¿Acaso la gente no se da cuenta de lo irrespetuosos que puede
llegar a ser?
A los conductores que se cambian de carril a dos por hora en mitad de la
autovía y sin poner el intermitente prefiero nombrarlos solo de pasada o me
faltará espacio en el blog para soltar todo el veneno que se me acumula dentro.
También dejaré a de lado a aquellos que no frenan en los pasos de cebra aunque
vayas cargada con una compra de mil kilos. No tiene sentido...
Ahora me voy a centrar en algo que me sucedió ayer. Iba tan feliz por la
calle, paseando con mi perrete por la Alameda; acababan de darme fecha y hora
para mi firma de libros, estaba en una nube de felicidad. Todo se fue a la
mierda cuando mi perro se puso a hacer "popo". Como siempre, fui con
mi papel para recoger las cosas de mi perro. A esto que aparece un hombre de la
nada y se puso a decirme: "Tendría que venir la policía a
denunciarte".
¡¿PERDONA?! No tarde en responderle con toda mi mala leche
que estaba recogiendo las cosas de mi perro y que no entendía a qué venía ese
ataque gratuito que además me chilló tanto que lo escuchó todo el vecindario.
Sinceramente, había miles de mierdas de otros perros en el césped y en la calle
pero él viene a atacarme a mí que estoy haciendo lo correcto. Y todo eso me dio
que pensar, porque mientras él seguía: "Eso es una marranada".
"Por ahí pasan niños". "Los perros están prohibidos en los
parques" o "Yo a mi perro lo llevo al campo", etc. Yo caí en la
cuenta de que no tenía nada que reprocharme asique o era imbécil (lo cual no
descarto) o le encanta aprovecharse de otros. Quiso dejarme en ridículo delante
de la gente. Seguramente para sentirse más hombre por intentar amedrentar a una
muchacha que podría ser su hija; o para realizar la estupidez del día. Estoy
segura de que si yo fuese hombre no se habría atrevido a decir nada y mucho
menos a mirar con esa cara de asco, como si llevase la mierda en la cara y no
en la bolsita de desperdicios. Y todo eso lo pensé mientras le decía que eso no
era un parque y yo sacaba a mi perro por donde me daba la gana porque no hay
ley que prohíba pasear con tu perro por donde quieras siempre y cuando recojas
sus deposiciones. Él se marchó, renegando, mientras seguí maldiciendo o vete a
saber qué cosas. Y yo me quedé con un cabreo monumental. Pensé en llamar a la
policía, pero ahí viene mi otra queja...
En estas esplendorosas fechas de Semana Santa (nótese la ironía) aunque ya
sé que en esta ciudad es como sacrilegio, pecado mortal y odioso no venerar a
la Semana Santa.
Realmente no tengo anda en contra de ella, es más me gusta
el ambiente de las calles y algunas procesiones también. Pero al igual que se
respeta la gente tiene que saber respetar a los demás. Si quiero pasar a mi casa
me da igual que haya una vaya, me tienes que dejar pasar que para eso pintan
los pasos en el suelo. Y que un policía no te quiera abrir la valla un metro
para que pueda pasar por la esquina donde no molesto a nadie para pasar a mi
calle. Que oye, me parece genial que sea el Domingo de Resurrección y todo eso
pero si prefiero pasear Por la Calle del Carmen, comprarme un libro y volver a
casa ¿no puedo? ¿Por qué todos tienen derecho de disfrutar de su domingo a su
manera menos yo?
Además, luego encontré un coche, detrás de la comisaría de policía, que
había dejado el coche al sol con un perro encerrado dentro. Rápidamente llamé a
la policía y les expliqué la situación. Básicamente me dijeron que poca cosa
podían hacer ellos y que ya se pasarían. ¿No se dan cuenta que la temperatura
de los perros es bastante superior a la nuestra y que en cinco minutos el coche
arde? Literalmente. Es un desconsuelo saber que tenemos policías que no se
hacen cargo de su trabajo y que además te hablan como si estuvieses exagerando
por el teléfono. Tenían el coche justo detrás, con salir a la puerta lo
hubiesen visto. Es más, pasó un coche con dos policía por al lado y no hicieron
nada. Asique, me queda pensar que era vagancia y pocas ganas de trabajar en
domingo.
Y ahora, tras soltar todo mi estrés diréis: "¿Se te ha pasado la pataleta?"
Pues no. Sigo ofendida, molesta y hastiada de ciertas personas y organizaciones
de mi ciudad. Pero he nacido y crecido aquí asique en vez de huir intento
mejorarla para aprender a vivir mejor.
A todo esto, la vida siempre está llena de injusticias. A veces reales, a
veces creadas por nosotros mismos en pos de nuestro beneficio. Y eso es lo que
les pasa a los protagonistas de Encuentros bajo la piel. ¿Es justo que Alex no
deje a Marisa y Ángel vivir su historia de amor? No ¿Es justo que él no pudiera
despedirse de su padre? Tampoco. La diferencia es que uno fue una inoportuna
casualidad y lo otro fue con premeditación y despecho. Ahí es donde quiero
llegar; nunca llueve a gusto de todos, pero a veces podemos evitar esas
injusticias, luchar por lo que es justo y correcto. Y otras, solo podemos aceptar
el destino.
Dime lo que opinas en los comentarios.
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Un abrazo!
Lo peor es que somos las propias personas las que en vez de hacer las cosas más sencillas para los demás, lo complicamos todo. Criticando para creernos más que nadie, no asumiendo responsabilidades...En fin sigo pensando que hay más personas buenas que malas, aunque sí es verdad quw a veces cueste verlo...
ResponderEliminarY suerte en tu nuevo trabajo. Una cosa te digo, estando de cara al público se te van a ocurrir montones de historias para tus novelas jeje
Muuuak!!!!
No creo que todo el mundo sea malo. Pero el egoismo de esta sociedad a veces me supera. Gracias. No voy a estar mucho cara al público basicamente estoy de concinera, aun así ya se me ocurre muchas cosas sin complicarme con la gente jajajaj
EliminarGracias por leerme y comentar. Besiiis!